viernes, 8 de octubre de 2010

¿PORQUE SE EXTINGUEN LAS ESPECIES?

Dice Dolores Piperno, arqueóloga del Instituto Smithsoniano  de Investigación Tropical de Panamá. Entre una hilera de expedientes saca una gráfica enorme y la extiende sobre su escritorio. Es una gráfica de plantas fósiles recolectadas de los sedimentos de un lago en la región central de Panamá, y abarca desde hace 14 mil años hasta la época actual.
14 mil años atrás, la diversidad de árboles y plantas era relativamente modesta, pero hace  11 mil años, a medida de Panamá se iba calentando, la variedad de la flora aumentó considerablemente.
Este punto- explica mientras lo señala en la gráfica muestra el momento en que la gente empezó a practicar la agricultura de tala y quema, hace unos siete mil años. Lo que los seres humanos pueden hacerle a un bosque con un hacha y fuego.
Esa visión a corto plazo puede ser contraproducente para la especie humana, al eliminar especies potencialmente útiles. No hemos identificado todas las plantas que hay en el planeta – dice sir Ghillean Prance, director de los Jardines Kew - , y las estamos perdiendo, mucho me temo, más rápidamente de lo que podemos clasificarlas.
En virtud de que las especies en las islas con frecuencia son endémicas, es decir que no se encuentran en ninguna otra parte del mundo, su población casi siempre es reducida y, por lo tanto, proclive a desaparecer. Cuando se introduce a una planta que no es originaria de la región – por ejemplo, el guayabo chino que cubre gran parte de Mauricio, isla cercana a Madagascar – puede convertirse en una mala hierba que acabará con las demás plantas.
Maunder  tiene una fotografía muy grande de una zona conocida como Cuenca del Río Negro, que conserva vestigios del bosque original de la isla Mauricio. Estos pequeños terrenos, algunos de media hectárea, están cercados para impedir el paso de venados y cerdos, llevados también en Europa.
En el caso de otras especies, por el contrario, no hay decisión que pueda cambiar su suerte; están condenadas a desaparecer de la faz de la Tierra.
En Londres, en los Jardines Botánicos Reales de Kew, dos horticultores guiaron el recorrido por el invernadero, deteniéndose para mostrar las plantas, desde arbustos hasta árboles altos, que ya no existen en su hábitat natural.
La planta, de un metro y medio de altura aproximadamente, de hojas correosas, es originaria de Natal, Sudáfrica. Es una especie dioica,  ósea que existe en los dos sexos pero en distintos ejemplares. No se tiene noticia de ningún ejemplar femenino. Este sobreviviente proviene de esquejes de la última planta silvestre de esta especie, que fue trasladada a un jardín botánico hace décadas.




El gorrión de Cabo Sable, que ahora sólo habita en el Parque Nacional de los Everglades, en la Reserva Nacional Big Cypress y en las áreas circundantes, era bastante común en los 260 kilómetros cuadrados de praderas de los Everglades adyacentes a su “rio de pasto”, como se le conoce mejor.  En 1992, la población de gorriones sumaba 6,400 saludables ejemplares. Para 1955, solo llegaba a 2,600, una reducción considerable del 60%. “Estuvo a punto de extinguirse – comenta Pimm.-. Para mí era algo inconcebible. En un parque nacional de tamaño de éste y en el país más rico del mundo, las especies no deberían extinguirse por nuestras por nuestra causa.
En 1986, cuando trabajaba en el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, Michael Zasloff notó que las ranas de uñas africanas caso nunca adquirían infecciones.
Zasloff  fundó Magainin Pharmaceuticals en 1998 quería saber sus opiniones  sobre la biodiversidad, la intrincada red animal, vegetal y de otros seres vivientes que pueblan nuestro planeta.

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